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  • Enséñale un cierto refinamiento en la ordenación y selección de sus argumentos, con afecto por la pertinencia y, por tanto, por la brevedad. Sobre todo, que se le enseñe a bajar los brazos y rendirse a la verdad en cuanto la perciba, tanto si la verdad nace por obra de su rival como si nace en su interior de algún cambio en sus ideas.