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Las personas no deben preocuparse tanto por lo que hacen como por lo que son. Si ellos y sus caminos son buenos, entonces sus obras son radiantes. Si son justos, entonces lo que hagan también será justo. No debemos pensar que la santidad se basa en lo que hacemos, sino en lo que somos, porque no son nuestras obras las que nos santifican, sino que somos nosotros los que santificamos nuestras obras.