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Hay algo en esas leyes que quita el aliento. No son descubrimientos ni invenciones de la mente humana, sino que existen independientemente de nosotros. En un momento de lucidez, a lo sumo se puede descubrir que están ahí y tenerlas en cuenta. Mucho antes de que hubiera personas en la Tierra, ya crecían cristales en la corteza terrestre. Un día u otro, un ser humano se topó por primera vez con un bocado de regularidad tan centelleante tirado en el suelo o golpeó uno con su herramienta de piedra y éste se rompió y cayó a sus pies, y él lo recogió y lo contempló con la mano abierta, y se quedó asombrado.