-
A menudo he pensado: No soy nadie. ¿Por qué iba a responder Dios a mi oración? Pero a Dios no le impresiona la elocuencia; le impresiona nuestro anhelo de Él.
A menudo he pensado: No soy nadie. ¿Por qué iba a responder Dios a mi oración? Pero a Dios no le impresiona la elocuencia; le impresiona nuestro anhelo de Él.