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Mientras te aferres a tu yo, vagarás a derecha e izquierda, día y noche, durante miles de años; y cuando, después de todo ese esfuerzo, abras por fin los ojos, verás a tu yo, a través de defectos inherentes, dando vueltas sobre sí mismo como el buey en un molino; pero, si, una vez liberado de tu yo, te pones por fin manos a la obra, esta puerta se te abrirá en dos minutos.