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Porque Él está en medio de nosotros día y noche [en el Santísimo Sacramento]; habita en nosotros con la plenitud de la gracia y de la verdad. Él eleva el nivel de las costumbres, fomenta la virtud, consuela a los tristes, fortalece a los débiles y estimula a imitarle a todos los que se acercan a Él, para que aprendan con su ejemplo a ser mansos y humildes de corazón, y a no buscar sus propios intereses, sino los de Dios.