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  • La humildad de Jesús puede verse en el pesebre, en el exilio a Egipto, en la vida oculta, en la incapacidad de hacerse entender, en el abandono de sus apóstoles, en el odio de sus perseguidores, en todo el terrible sufrimiento y muerte de su Pasión, y ahora en su permanente estado de humildad en el sagrario, donde se ha reducido a una partícula de pan tan pequeña que el sacerdote puede sostenerlo con dos dedos. Cuanto más nos vaciamos, más espacio dejamos a Dios para que nos llene.