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Como ella [María], estemos llenos de celo para ir deprisa a dar a Jesús a los demás. Ella estaba llena de gracia cuando, en la Anunciación, recibió a Jesús. Como ella, también nosotros nos llenamos de gracia cada vez que comulgamos. Es el mismo Jesús que ella recibió y que nosotros recibimos en la Misa. Apenas lo recibió, se apresuró a dárselo a Juan. También para nosotros. Tan pronto como recibamos a Jesús en la Sagrada Comunión, vayamos deprisa a dárselo a nuestras hermanas, a nuestros pobres, a los enfermos, a los moribundos, a los leprosos, a los no deseados y a los no amados. Así haremos presente a Jesús en el mundo de hoy.