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  • Por fin amaneció el día más hermoso de todos los días de mi vida. Recuerdo perfectamente hasta los más pequeños detalles de aquellas horas sagradas. El alegre despertar, los abrazos reverentes y tiernos de mis amas y compañeras mayores, la habitación llena de vestidos blancos, como tantos copos de nieve, donde cada niña era vestida por turno.

    Saint Therese of Lisieux (2007). “The Story of the Soul”, p.59, Cosimo, Inc.