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  • Cada mañana, en la Santa Misa, el Pan de Vida ayudará tanto al cuerpo como al alma, si tenemos fe. Si tan sólo tocamos el borde de Su manto... ¡y cuánto más tenemos que eso! Podemos encontrarlo, en todo momento, en el altar. Estar con Él allí. ¡Mejor que todos los libros! Agradece a la Trinidad una y otra vez por este Don. Descansa en Su presencia, y mi ángel de la guarda lo adorará por mí. Silencio.