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No podemos separar nuestras vidas de la Eucaristía; en el momento en que lo hacemos, algo se rompe. La gente se pregunta: "¿De dónde sacan las hermanas la alegría y la energía para hacer lo que hacen?". La Eucaristía no consiste sólo en recibir, sino también en saciar el hambre de Cristo. Él dice: "Venid a mí". Tiene hambre de almas.