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Vamos, no te asustes, ponte la ropa y te contaré un secreto. Has de saber que yo soy ahora el capitán de este barco, y que éste es mi camarote, por lo que debes salir. Estoy destinado a Madagascar, con el propósito de hacer mi propia fortuna, y la de todos los valientes compañeros que se han unido a mí... si tienes la intención de convertirte en uno de nosotros, te recibiremos, y si te vuelves sobrio, y te ocupas de tus asuntos, tal vez con el tiempo pueda convertirte en uno de mis tenientes, si no, aquí hay un barco al costado y serás llevado a tierra.