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No tiene nada de extraño que a los corderos les disgusten las aves de rapiña, pero esto no es motivo para echar en cara a las grandes rapaces que se lleven a los corderos. Y cuando los corderos murmuran entre sí: "Estas aves de rapiña son malas, y ¿no nos da esto derecho a decir que todo lo que sea lo contrario de un ave de rapiña debe ser bueno?", no hay nada intrínsecamente malo en tal argumento, aunque las aves de rapiña mirarán un tanto extrañadas y dirán: "No tenemos nada en contra de estos buenos corderos; de hecho, los amamos; nada sabe mejor que un tierno cordero".