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Recuerdo cómo la gente venía a menudo a ver a mi maestro Jamyang Khyentse simplemente para pedirle su guía para el momento de la muerte. Era tan querido y venerado en todo el Tíbet, especialmente en la provincia oriental de Kham, que algunos viajaban durante meses para encontrarse con él y obtener su bendición una sola vez antes de morir. Todos mis maestros me daban este consejo, porque ésta es la esencia de lo que se necesita cuando se está a punto de morir: "Libérate del apego y la aversión. Mantén tu mente pura. Y une tu mente con Buda".