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  • Nadie en el mundo puede cambiar la Verdad. Lo que podemos y debemos hacer es buscar la verdad y servirla cuando la hayamos encontrado. El verdadero conflicto es el conflicto interior. Más allá de los ejércitos de ocupación y de las hecatombes [por ejemplo, el sacrificio de muchas víctimas] de los campos de exterminio, en el fondo de cada alma hay dos enemigos irreconciliables: el bien y el mal, el pecado y el amor. ¿Y de qué sirven las victorias en el campo de batalla si nosotros mismos somos derrotados en lo más íntimo de nuestro ser?