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Lo que es fácil de leer ha sido difícil de escribir. El trabajo de escribir y reescribir, corregir y volver a corregir, es lo que todo buen libro exige a su autor, aunque sepa desde el principio exactamente lo que quiere decir. Un estilo límpido es invariablemente el resultado de un duro trabajo, y la conexión fluida de frase con frase y párrafo con párrafo siempre se ha ganado con el sudor de la frente.