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Ya estemos describiendo a un rey, a un asesino, a un ladrón, a un hombre honrado, a una prostituta, a una monja, a una joven o a un vendedor en un mercado, siempre nos describimos a nosotros mismos.
Ya estemos describiendo a un rey, a un asesino, a un ladrón, a un hombre honrado, a una prostituta, a una monja, a una joven o a un vendedor en un mercado, siempre nos describimos a nosotros mismos.