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La verdad es que se exagera mucho el valor científico de la exploración polar. Lo que lleva a los hombres a emprender viajes tan peligrosos no es en realidad ninguna sed de conocimiento, sino simplemente un anhelo de aventura. ... Un explorador polar siempre habla grandilocuentemente de sacrificar sus dedos de manos y pies a la ciencia. Es una pretensión amable, pero no hay por qué tomársela en serio.