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Cada brizna de hierba, cada insecto, hormiga y abeja dorada, todos conocen tan asombrosamente su camino que, aunque no tengan inteligencia, dan testimonio del misterio de Dios y lo realizan continuamente por sí mismos.
Cada brizna de hierba, cada insecto, hormiga y abeja dorada, todos conocen tan asombrosamente su camino que, aunque no tengan inteligencia, dan testimonio del misterio de Dios y lo realizan continuamente por sí mismos.