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Si renuncias a la idea de que tu voz puede marcar la diferencia, otras voces llenarán el vacío: los grupos de presión y los intereses especiales; las personas con cheques de 10 millones de dólares que intentan comprar estas elecciones y las que dificultan que votes; los políticos de Washington que quieren decidir con quién puedes casarte o controlar las opciones sanitarias que las mujeres deberían tomar por sí mismas.