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Mejor que sólo queden unos pocos católicos, acérrimos y sinceros en su religión, a que, siendo muchos, deseen, por así decirlo, estar en connivencia con los enemigos de la Iglesia y en conformidad con los enemigos abiertos de nuestra fe.
Mejor que sólo queden unos pocos católicos, acérrimos y sinceros en su religión, a que, siendo muchos, deseen, por así decirlo, estar en connivencia con los enemigos de la Iglesia y en conformidad con los enemigos abiertos de nuestra fe.