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Esto tiene una importancia monumental. El don nos ha sido concedido; lo que hagamos de él depende de nosotros. A menos que escuchemos el consejo, no recibiremos nada. A menos que oremos, ejercitemos la fe, amemos, obedezcamos y mantengamos limpios los tabernáculos de nuestros espíritus, no podremos reclamar este don inefable. Que vivamos de tal manera que tengamos la guía del Espíritu Santo para ayudarnos a tomar decisiones sabias.