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Ningún hombre puede permitirse expresar, con palabras o actos, lo que no está en armonía con sus propias creencias, y si lo hace, debe pagar con la pérdida de su capacidad de influir en los demás.
Ningún hombre puede permitirse expresar, con palabras o actos, lo que no está en armonía con sus propias creencias, y si lo hace, debe pagar con la pérdida de su capacidad de influir en los demás.