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Así como vivimos miles de sueños en nuestra vida presente, nuestra vida presente es sólo una de los muchos miles de esas vidas en las que entramos desde la otra vida más real y a las que regresamos después de la muerte. Nuestra vida no es más que uno de los sueños de esa vida más real, y así es interminablemente, hasta la última, la muy real vida de Dios.