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Vale la pena señalar dos cosas sobre los sustitutos privados que he descrito. La primera es que, en conjunto, son probablemente mucho más caros que la aplicación de la política pública adecuada. La segunda es que son sustitutos extremadamente pobres de los resultados que faltan de una buena política pública. Sin embargo, es evidente que los miembros de una sociedad pueden llegar a estar tan distanciados unos de otros, tan desconfiados de cualquier forma de acción colectiva, que prefieren actuar por su cuenta.