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A los 15 años dejé la escuela para fundar una revista, que fue un éxito porque no aceptaba un no por respuesta. Recuerdo que golpeé la puerta de James Baldwin para pedirle una entrevista cuando vino a Inglaterra. Luego conseguí el teléfono de casa de Jean-Paul Sartre y le pedí que colaborara. Si yo hubiera tenido 30 años, me habría dicho que no, pero yo era una quinceañera apasionada y a él le encantó. Ganar dinero siempre fue sólo un producto secundario de pasarlo bien y crear cosas que nadie había visto antes.