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  • La meditación diaria me mantiene cuerdo. Memorizo oraciones o poemas que expresan mis ideales espirituales más elevados y, en silencio, palabra por palabra, repaso la oración a primera hora de la mañana. Julián de Norwich, San Francisco o el Buda compasivo. Se llama meditación de paso. Interiorizas las filosofías perennes.