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Hay una idea que descubrí hace unos años y que me encanta: Mi felicidad crece en proporción directa a mi aceptación y en proporción inversa a mis expectativas. Esa es la clave para mí. Si puedo aceptar la verdad de 'Esto es lo que estoy afrontando -no lo que puedo esperar sino lo que estoy experimentando ahora'- entonces tengo toda esta libertad para hacer otras cosas.