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  • La mano que sostiene las siete estrellas es tan amorosa como la mano que fue puesta en bendición sobre los niños pequeños; el rostro que es como el sol que brilla en su fuerza resplandece con tanto amor como cuando atrajo a Sus pies a publicanos y rameras. El pecho ceñido con el cinto de oro es el mismo pecho sobre el que Juan apoyó su feliz cabeza.