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  • Entonces llegó el segundo descubrimiento de Amsterdam, aunque el principio era conocido en otros lugares. Los depósitos bancarios... no tenían por qué permanecer ociosos en el banco. Se podían prestar. El banco obtenía intereses. El prestatario tenía entonces un depósito que podía gastar. Pero el depósito original seguía siendo el crédito del depositante original. También se podía gastar. Se había creado dinero, dinero que se podía gastar. Que nadie se frote los ojos. Se sigue haciendo todos los días. La creación de dinero por un banco es así de simple, tan simple, he dicho a menudo, que a la mente le da un poco de repelús.