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Todas las formas de belleza, como todos los fenómenos posibles, contienen un elemento de lo eterno y un elemento de lo transitorio, de lo absoluto y de lo particular. La belleza absoluta y eterna no existe, o más bien es sólo una abstracción cremada de la superficie general de las diferentes bellezas. El elemento particular de cada manifestación procede de las emociones: y del mismo modo que tenemos nuestras emociones particulares, también tenemos nuestra propia belleza.