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El creador de los cielos obedece a un carpintero; el Dios de la gloria eterna escucha a una pobre virgen. ¿Alguien ha presenciado alguna vez algo comparable a esto? Que el filósofo ya no desdeñe escuchar al trabajador común; el sabio, al sencillo; el instruido, al analfabeto; el hijo de un príncipe, al campesino.