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Que esto sea posible no puede negarse en un mundo en el que cientos y cientos de miles de personas se someten voluntariamente al celibato, obligadas y vinculadas por nada excepto por el mandato de la Iglesia. ¿No debería ser posible la misma renuncia si este mandamiento es sustituido por la admonición de poner fin de una vez al constante y continuo pecado original del envenenamiento racial, y de dar al Creador Todopoderoso seres tales como Él mismo los creó?