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  • El hombre de mentalidad popular, en particular, tiene el deber sagrado, cada uno en su propia denominación, de hacer que la gente deje de hablar sólo superficialmente de la voluntad de Dios, y cumpla realmente la voluntad de Dios, y no permita que la palabra de Dios sea profanada. Porque la voluntad de Dios dio a los hombres su forma, su esencia y sus capacidades. Quien destruye su obra está declarando la guerra a la creación del Señor, a la voluntad divina.

    Adolf Hitler (1971). “Mein Kampf”, Mariner Books