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  • En las filas del movimiento [nacionalsocialista], el protestante más devoto podía sentarse al lado del católico más devoto, sin entrar en el menor conflicto con sus convicciones religiosas. La poderosa lucha común que ambos llevaban a cabo contra el destructor de la humanidad aria les había enseñado, por el contrario, a respetarse y estimarse mutuamente.

    Adolf Hitler (1998). “Mein Kampf”, Houghton Mifflin Harcourt