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Hablamos aquí en abierta desaprobación de aquel falso sistema de filosofía, no hace mucho introducido, por el cual, a causa de un extendido y desenfrenado deseo de novedad, no se busca la verdad donde verdaderamente reside, y, con desprecio de las santas y apostólicas tradiciones, se aceptan como verdaderas otras doctrinas vanas, fútiles, inciertas, no aprobadas por la Iglesia, en las que hombres muy vanos piensan equivocadamente que se apoya y sostiene la verdad misma.