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  • El campo de la tierra y de nuestra naturaleza humana ya no es estéril, sino que está lleno de la semilla de la vida divina. Pero hace falta tiempo para que la semilla crezca, para que venga el Reino, y se nos ordena rezar y trabajar por esa venida, por ese crecimiento, aunque todavía no veamos los frutos, ni siquiera las flores, ni siquiera las hojas...