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Dios nos llama, como llamó a Abraham, lejos de la seguridad que conocíamos, fuera de nuestra vieja, familiar y pequeña habitación, por la escalera de la fe y a sus brazos. Jesús llamó así a sus discípulos, como un amante se fuga con su amada.
Dios nos llama, como llamó a Abraham, lejos de la seguridad que conocíamos, fuera de nuestra vieja, familiar y pequeña habitación, por la escalera de la fe y a sus brazos. Jesús llamó así a sus discípulos, como un amante se fuga con su amada.