-
Podría sostenerse razonablemente que el verdadero objeto de toda vida humana es el juego. La Tierra es un jardín de tareas; el cielo, un patio de recreo. Estar por fin en una inocencia tan segura que uno pueda hacer malabares con el universo y las estrellas, ser tan bueno que uno pueda tratar todo como una broma - ése puede ser, quizás, el verdadero fin y la fiesta final de las almas humanas.