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Ahora la trompeta nos convoca de nuevo, no como una llamada a empuñar las armas, aunque las necesitemos; no como una llamada a la batalla, aunque estemos asediados; sino como una llamada a soportar la carga de una larga lucha crepuscular, año tras año, "alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación", una lucha contra los enemigos comunes del hombre: la tiranía, la pobreza, la enfermedad y la guerra misma.