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Es mejor cumplir el propio deber, por defectuoso que sea, que seguir el deber de otro, por muy bien que se cumpla. Quien cumple con su deber tal como lo revela su propia naturaleza, nunca peca.
Es mejor cumplir el propio deber, por defectuoso que sea, que seguir el deber de otro, por muy bien que se cumpla. Quien cumple con su deber tal como lo revela su propia naturaleza, nunca peca.