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Si el mundo exterior disminuye en su grandeza, entonces la vida emocional, imaginativa, intelectual y espiritual del ser humano disminuye o se extingue. Sin el vuelo de los pájaros, los grandes bosques, los sonidos y colores de los insectos, los arroyos que fluyen libremente, los campos en flor, la vista de las nubes de día y las estrellas de noche, nos empobrecemos en todo lo que nos hace humanos.