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La misma prudencia que en la vida privada nos prohibiría pagar con nuestro propio dinero proyectos inexplicables, nos lo prohíbe en la dispensación de los dineros públicos.
La misma prudencia que en la vida privada nos prohibiría pagar con nuestro propio dinero proyectos inexplicables, nos lo prohíbe en la dispensación de los dineros públicos.