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La política, la humanidad y el interés recomiendan la armonía y las relaciones liberales con todas las naciones. Pero incluso nuestra política comercial debe ser equitativa e imparcial: sin buscar ni conceder favores o preferencias exclusivas; consultando el curso natural de las cosas; difundiendo y diversificando por medios suaves las corrientes del comercio, pero sin forzar nada; estableciendo con las potencias que estén dispuestas a ello, a fin de dar al comercio un curso estable.