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Existe en la economía y el curso de la naturaleza, una unión indisoluble entre la virtud y la felicidad; entre el deber y la ventaja; entre las máximas genuinas de una política honesta y magnánima, y las sólidas recompensas de la prosperidad y la felicidad públicas; ya que no debemos estar menos persuadidos de que las sonrisas propicias del Cielo nunca pueden esperarse de una nación que desatiende las reglas eternas del orden y el derecho, que el mismo Cielo ha ordenado.