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Aun así, no esperábamos no tener problemas y dificultades, y los hemos tenido. Primero, la detención de los puestos occidentales; luego, la coalición de Pilnitz, que proscribió nuestro comercio con Francia, y la imposición británica de la proscripción. En vuestros días, las depredaciones francesas; en los míos, las inglesas y los decretos de Berlín y Milán; ahora, las órdenes inglesas del consejo y las piraterías que autorizan. Cuando éstas terminen, será la impresión de nuestros marineros, u otra cosa; y así hemos seguido, y así seguiremos, desconcertados y prosperando más allá de todo ejemplo en la historia del hombre.