-
Pero la gente fría y cándida reflexionará de inmediato que la más pura de las bendiciones humanas debe tener una porción de aleación en ella, que la elección debe hacerse siempre, si no del mal menor, al menos del bien MAYOR, no el PERFECTO; y que en toda institución política, un poder para promover la felicidad pública, implica una discreción que puede ser mal aplicada y abusada.