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La guerra es la proyección espectacular y sangrienta de nuestra vida cotidiana. Nosotros precipitamos la guerra a partir de nuestra vida cotidiana; y sin una transformación en nosotros mismos, es inevitable que haya antagonismos nacionales y raciales, peleas infantiles por ideologías, multiplicación de soldados, saludos a las banderas y todas las brutalidades que contribuyen a crear el asesinato organizado.