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Si amas a una mujer, puedes dominarla. Por eso los amantes siguen jugando a la política entre ellos, dominando, poseyendo; existe el miedo de que si no dominas estarás perdido y el otro dominará, así que se pelean continuamente. Los maridos y las mujeres, los amantes, siguen luchando; la lucha es por la existencia, por sobrevivir. El miedo está ahí: "Puedo perderme en el otro".