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Allí resonaban suspiros, lamentos y fuertes lamentos por el aire sin estrellas, de tal modo que al principio me hizo llorar; lenguas extrañas, lenguaje horrible, palabras de dolor, tonos de cólera, voces altas y roncas, y con éstas el sonido de las manos, formaban un tumulto que se arremolina por aquel aire siempre oscuro, y remolinos de arena en un torbellino.